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¿Qué ocurre al morir?: El sueño del alma y el estado intermedio

El sueño del alma es la enseñanza de que cuando una persona muere, su alma “duerme” hasta el momento de la resurrección futura. En esta condición, la persona no está consciente. Los testigos de Jehová, los Cristadelfianos, los adventistas y otras sectas menores sostienen esta doctrina, con la diferencia de que los testigos enseñan la aniquilación del alma. Esto significa que después de la muerte, una persona deja de existir. Ellos sostienen, además, que, en la resurrección futura, el alma, es hecha nuevamente. Básicamente, es volver a crear la persona. Los adventistas enseñan que, el alma simplemente se desactiva (se vuelve inerte) y reside en la memoria de Dios.

Los versículos principales usados para apoyar el sueño del alma se encuentran en Eclesiastés:

  • Eclesiastés 9:5: “Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos nada saben, ni tienen más recompensa, porque hasta su memoria es puesta en el olvido”.

  • Eclesiastés 12:7: “Y el polvo vuelva a la tierra, de donde procede, Y el espíritu retorne a Dios, que lo dio”.

Eclesiastés debe ser entendido en el contexto de su propio comentario, el cual afirma al inicio del libro:

  • Eclesiastés 1:1-3: “Las palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén. Vanidad de vanidades, dice el Predicador. Vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho tiene el ser humano de toda su labor con que se afana debajo del sol?”.

El escritor nos está diciendo cómo son las cosas desde la perspectiva humana: “debajo del sol”. No está dando o enseñando declaraciones doctrinales acerca de si el alma continúa consciente después de la muerte. Además, es un error usar el Antiguo Testamento para interpretar el Nuevo. Es el Nuevo Testamento el que arroja luz sobre el Antiguo.

LA BIBLIA DICE:

El concepto del “sueño del alma” no es una doctrina bíblica. Cuando la Biblia dice que una persona está “dormida” en relación a la muerte (Lucas 8:52; 1 Corintios 15:6), no significa literalmente que “duerme.” El sueño es sólo una manera de describir la muerte, porque un cuerpo muerto da la apariencia de estar dormido. La Biblia nos dice que en el instante que morimos, somos llevados al cielo o al infierno, dependiendo de si hemos puesto nuestra fe en Cristo para la salvación.

Para los creyentes, el estar ausentes del cuerpo es estar presentes con el Señor (2 Corintios 5:6-8; Filipenses 1:23). Para los no creyentes, la muerte significa el castigo eterno en el infierno (Lucas 16:22-23). Al momento en que morimos, enfrentamos un juicio parcial (Hebreos 9:27). Sin embargo, hasta que suceda la resurrección, hay un cielo “Paraíso” (Lucas 23:43; 2 Corintios 12:4), y un infierno “Hades” temporales (Apocalipsis 1:18; 20:13,14). En cierto sentido, el cuerpo de una persona está “dormido” mientras su alma está en el Paraíso o en el Hades. Este cuerpo es entonces “despertado” y transformado en un cuerpo eterno que poseerá la persona por la eternidad. Estos cuerpos eternos son los que poseeremos para toda la eternidad, ya sea que estemos en el cielo o el infierno. Aquellos que estuvieren en el Paraíso, serán enviados a los nuevos cielos y nueva tierra (Apocalipsis 21:1). Aquellos que estuvieren en el Hades, serán echados al lago de fuego (Apocalipsis 20:11-15). Estos son los destinos finales y eternos para toda la gente, basados enteramente en si esa persona confió en Jesucristo solamente para la salvación de sus pecados.

Otro pasaje bíblico importante que refuta el sueño del alma se puede encontrar en Lucas 16:19-31. Jesús enseñó que tanto un hombre rico como un hombre pobre llamado Lázaro murieron. El hombre rico inmediatamente fue al Hades y Lázaro inmediatamente fue llevado al seno de Abraham. El contexto del pasaje señala que Lázaro estaba consciente al lado de Abraham.

Otro ejemplo se puede encontrar en la narración del ladrón en la cruz. En Lucas 23:43, Jesús le prometió a este hombre que hoy estaría con Jesús en el paraíso. ¿De qué otro modo podría entenderse esta referencia al "hoy" de ser el mismo día en que Jesús estaba hablando con este hombre?

Apocalipsis 6:9 nos muestra el estado intermedio de las almas: "Vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos por la palabra de Dios y por el testimonio que habían dado". Este pasaje se refiere a las almas de aquellos que murieron durante la Tribulación que ahora estaban en la presencia del Señor. Todavía no habían recibido sus cuerpos de resurrección (mencionados más adelante en Apocalipsis), pero estaban activos, conversando y en la presencia de Dios después de la muerte.

Aún más, en la transfiguración de Jesús vemos a Moisés y Elías vivos. Para ellos, no había nada como el “sueño del alma”. Mateo 17:1-8 nos dice: “Y después de seis días, Jesús toma consigo a Pedro, a Jacobo y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte muy alto. Y fue transfigurado ante ellos, y su rostro resplandeció como el sol, y sus vestiduras se hicieron blancas como la luz. Y he aquí, se les aparecieron Moisés y Elías hablando con Él. Entonces intervino Pedro y dijo a Jesús: ¡Señor, bueno es quedarnos aquí! Si quieres, haré aquí tres enramadas: una para ti, una para Moisés, y otra para Elías. Estando él aun hablando, he aquí una nube de luz los cubrió, y de la nube salió una voz, diciendo: Éste es mi Hijo amado, en quien me he complacido; a Él oíd. Y los discípulos, al oírlo, cayeron sobre sus rostros y temieron en gran manera. Pero Jesús se acercó, y tocándolos, dijo: Levantaos, y no temáis. Y alzando sus ojos, a nadie vieron, sino al mismo Jesús solo”.

Por lo tanto, la doctrina del sueño del alma es incorrecta. El alma continúa su existencia después de la muerte. El impío enfrentará el juicio de Dios, y los cristianos habitarán en Su presencia. La visión del sueño del alma, que coloca un período de tiempo prolongado después de la muerte antes de que un creyente esté presente con el Señor, está claramente en desacuerdo con las enseñanzas de la Escritura.

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