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¿Es obligatorio el uso del velo en la mujer cristiana?

Antes de contestar la pregunta, es importante aclarar que no todos los temas en la Biblia tienen la misma importancia. La manera de determinar la prioridad de un tema bíblico tiene que ver con lo repetido del tema a lo largo de la narrativa bíblica, y cuán cercano es el mismo al evangelio. La cuestión del lugar del velo en la iglesia solo aparece en un lugar en toda la Biblia: 1 Corintios 11:3-16. Por lo tanto, debo comenzar diciendo que, independientemente a las conclusiones que pudiéramos tener, no podemos poner el tema del velo como un tema de central importancia. Como el mismo pasaje nos enseña, esto no debe ser causa de contención (1 Corintios 11:16). En 1 Corintios 11:3-16 hay ciertos principios que Pablo quiere señalar. Los principios son claros, pero las formas prácticas son algunas de las más difíciles de entender.

I.- ¿POR QUÉ TOCAR UN TEMA TAN IRRELEVANTE PARA LA SALVACIÓN?

El velo ha sido históricamente el símbolo por excelencia de sumisión de la mujer al hombre. Algunas sociedades, como las musulmanas, hacen de tal práctica un asunto de honor, imponiendo sobre sus mujeres el uso de diversos tipos de velos y otras indumentarias. Con ello pretenden dejar en claro la subordinación de las mujeres a sus maridos, padres, hermanos y hasta hijos varones.

Desgraciadamente, aunque en Cristo "...Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús..." (Gálatas 3:28), muchas iglesias usan las palabras de Pablo para minimizar el rol de la mujer en el ministerio cristiano, mantenerla en sujeción absoluta al liderazgo masculino y sostener el sistema machista (y antibíblico) de mando que predomina hoy en día en muchas denominaciones cristianas.

El uso del velo en la mujer cristiana no es un asunto importante bíblicamente hablando. No obstante, a pesar de no ser relevante en el contexto bíblico, merece ser analizado por varias razones: (1.- Muchas denominaciones que se declaran a favor del uso del velo en la mujer cristiana tienden a hacer proselitismo en otras iglesias cristianas; principalmente entre las mujeres, a quienes pretender convencer de la validez de su práctica. (2.- Algunos hermanos, pertenecientes a tales denominaciones, convierten el asunto del velo en un requisito indispensable para estar en una buena relación con Dios. (3.- Muchas de nuestras fieles hermanas, deseosas de cumplir con la voluntad de Dios y honrar su Palabra, han sido inquietadas por las enseñanzas de tales grupos religiosos, y se preguntan: ¿Estaré haciendo la voluntad de Dios si no me cubro la cabeza con un velo? ¿Pondré en peligro mi salvación? Por tal motivo, es necesario dar respuesta a dichas inquietudes. En los versículos en cuestión, Pablo afirma: “... Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado… Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza? La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? ...” (1 Corintios 11:5-5 y 13-14). Analicemos brevemente el contexto histórico, cultural y bíblico de dicho pasaje.

II.- USO DEL VELO EN EL CONTEXTO CULTURAL DEL ANTIGUO TESTAMENTO:

Antes de profundizar en el tema, debemos decir que el uso del velo en tiempos bíblicos era muy diferente al que se le pretende dar hoy en día en algunas congregaciones. Ninguna de las iglesias evangélicas que hoy insisten en hacer uso del velo, lo utiliza de la misma manera que se usaba en tiempos bíblicos (tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento). En tiempos bíblicos el velo no era simplemente un pequeño trozo de tela que cubría solo parte de la cabeza (como lo usan muchas iglesias evangélicas hoy), sino que cubría todo el cabello y el rostro, justamente como es usado por las mujeres musulmanas de nuestros días.

Además, la costumbre del velo como prenda para cubrir la cabeza femenina no se originó en el pueblo de Dios. Las mujeres en el Imperio Romano, así como también las griegas, egipcias o babilónicas, antes que ellas, también lo usaron. Llegado este punto, debemos notar que en el Antiguo Testamento no se alude a esta práctica como un mandato de la Ley impuesto por Jehová. Muchos creen erróneamente que las mujeres de las épocas bíblicas vivían con el rostro y cabello cubierto por un velo, como lo hacen las monjas y mujeres musulmanas de hoy. Sin embargo, tal práctica era desconocida en el Antiguo Testamento. Como costumbre nupcial la mujer usaba velo para presentarse ante el hombre con quien se iba a casar, pero eso era solamente con ese propósito, el resto de sus actividades y de su vida discurría a rostro descubierto. Las mujeres decentes no tenían que taparse el rostro, quienes se tapaban el rostro eran las mujeres de dudosa reputación. Es más, en una de las escasas apariciones bíblicas de la cuestión del velo, puede evidenciarse cómo en otro tiempo era un distintivo, no de virtud, sino del ejercicio de la prostitución: “...Entonces se quitó ella los vestidos de su viudez, y se cubrió con un velo, y se arrebozó…, y la vio Judá, y la tuvo por ramera, porque ella había cubierto su rostro...” (Génesis 38: 14-15). Como se ve en el pasaje presentado, Judá al ver a Tamar (su nuera), con un velo sobre el rostro, la tomó por una prostituta. Incluso dice que la razón por la que él creía que era una prostituta, era porque tenía un velo sobre el rostro. Si todas las mujeres de aquella época hubieran acostumbrado a usar velo sobre sus rostros, no hubiera Judá calificado de prostituta a una mujer a quien veía con un velo sobre el rostro. Es pues evidente que las mujeres decentes no andaban con el rostro cubierto, sino las prostitutas. Esta misma idea se percibe en Génesis 24:65 donde se ve que Rebeca andaba sin velo delante del criado de Abraham y de los diez hombres que él tenía bajo su mando. Rebeca sólo se puso el velo cuando vio que Isaac, su futuro esposo, venía a encontrarse con ella. Si Rebeca hubiera usado siempre el velo, no se lo hubiera tenido que poner cuando el criado de Abraham le dijo que era su novio el que venía hacia ella: “…Porque había preguntado al criado: ¿Quién es este varón que viene por el campo hacia nosotros? Y el siervo había respondido: Este es mi señor. Ella entonces tomó el velo, y se cubrió…” (Génesis 24:65) Se ve claramente que Rebeca estaba sin velo delante del criado de Abraham, y por ende, delante de todos los hombres que iban en la comitiva. Más adelante, en Génesis 29:17 se dice que Raquel (sobrina de Rebeca) tenía linda cara. No da eso mucho margen a pensar que la tenía escondida detrás un velo. Además, no se registra en el Antiguo Testamento ningún pasaje en el que se nos haga pensar que las mujeres del Medio Oriente de aquella época andaban con sus caras cubiertas por un velo: “…Y los ojos de Lea eran tiernos, pero Raquel era de lindo semblante y de hermoso parecer…” (Génesis 29:17). Si en Raquel se podía apreciar un lindo rostro, es porque andaba sin velo. Para interpretar correctamente la Biblia, es bueno conocer las costumbres antiguas. ¡Cómo cambian las costumbres sociales del decoro y el significado de éstas! ¡El velo en tiempos del Antiguo Testamento llegó a ser un distintivo de las prostitutas! Un vuelco de 180 grados a la percepción actual de muchas iglesias evangélicas en cuanto a la relación entre honra y velo.

III.- USO DEL VELO EN EL CONTEXTO CULTURAL DE CORINTO:

Posteriormente, ya en el ámbito grecorromano, el velo y el cabello largo pasarían a convertirse en distintivos de formalidad y de un saber estar femenino. También tuvieron que ver en esto los castigos sociales del Imperio Romano, pues a algunas prostitutas y adúlteras se las identificaría como tales cortándoles el pelo como exhibición pública de su vergüenza. Con el asunto del velo Pablo trata de solventar un problema de percepción social del entorno no bíblico de la Roma del siglo I, respecto a una prenda que ni siquiera se comentó en La Ley de Moisés. Es comprensible que el mensaje liberador del Evangelio llevase a algunas de las primeras cristianas a promover una especie de 'liberación femenina' en oposición a los símbolos de abuso y discriminación hacia ellas. Más que comprensible, es hasta esperable. Esto es algo que ha ocurrido siempre y quizás esta libertad y autoestima reforzada en Cristo provocase esta rebeldía canalizada en la ruptura de muchos de los formalismos clásicos que distinguían a las mujeres como sumisas y formales según los cánones culturales de entonces. Es fácil comprender que esta actitud no fuese bien entendida por cada uno de quienes se iban incorporando a la Iglesia de Cristo. Por esta razón Pablo opta por llamar a la concordia entre creyentes de diferentes trasfondos advirtiéndoles de “…que esta libertad vuestra no venga a ser tropiezo para los débiles…” (1 Corintios 8:9), motivo por el que apela a la conveniencia dentro de un decoro conservador en pos de evitar escándalos y enfrentamientos entre cristianos que, como cualquiera de nosotros, seguían siendo parte de una cultura y filtraban, a través de la misma, sus normas sobre el decoro o la honra pública y familiar. La mujer en aquel tiempo tenía un papel secundario, dogma de la antigua moral romana. Su puesto estaba en la casa, no pudiendo participar en la vida pública, hallándose excluida de los Comicios, Senado y Magistratura. Era ante el Derecho inferior al varón. Las concepciones sociales y las normas jurídicas consideraron a la mujer destinada al matrimonio y al hogar. La base de este dogma de la moral romana reside en la existencia de un decoro convencional. En la cultura Grecorromana el cabello de una mujer era comúnmente considerado el objeto de lujuria para el hombre. También se sabe que en la cultura de Corinto las prostitutas del templo, así como las mujeres celebridades, no usaban velos y probablemente tenían peinados ostentosos y llamativos, en contraste con las mujeres de clase trabajadora, tanto romanas como judías, quienes siempre se cubrían la cabeza en público. Las mujeres judías hasta se cubrían el rostro. Pero ¿Por qué era el cabello un problema en Corinto? La respuesta yace en la cultura de entonces. La ciudad de Corinto tenía un templo dedicado a Afrodita, la diosa del amor, y el lugar era notorio por la práctica de la prostitución ritual. Las mujeres que servían en el templo tenían las cabezas rapadas. En la cultura corintia, entonces, una cabeza rasurada señalaba a una mujer como prostituta del templo. Pablo le dice a la iglesia que una mujer que se haya cortado o rapado el cabello debe cubrirse (1 Corintios 11:6), una mujer que se hubiese cortado el cabello había perdido su "gloria," y no estaba bajo la protección de un marido. Un cabello corto sin velo enviaba el mensaje: "Rehúso someterme al orden de Dios." Por lo tanto, Pablo les está enseñando a los corintios que la longitud del cabello o el llevar "velo," en una mujer, era una indicación exterior de sumisión a Dios y a Su autoridad establecida. Esta era una manera en que la iglesia corintia se separaría de la corrupta cultura pagana que los rodeaba (2 Corintios 6:17). Este pasaje no enseña que la mujer es inferior al hombre, o que debe someterse a todos los hombres. Enseña simplemente el orden de Dios y la jefatura espiritual en la relación del matrimonio. En la cultura corintia, una mujer que se cubría la cabeza durante la adoración o cuando estaba en público, demostraba su sumisión a la autoridad. Pero ese era el contexto particular y única de la ciudad de Corinto, no el nuestro (y ni siquiera de todo el mundo romano de esa época). ¿Qué implicaba entonces que una mujer no usará velo dentro de la sociedad corintia? Las actitudes de las mujeres corintias representaban el feminismo de la época, que retaba las prácticas de decoro comunes para la mujer. En contraste, el raparse siempre ha tenido un contexto de vergüenza, adulterio o luto (Deuteronomio 21:12) para la mujer. El principio es que cuando la mujer participe en la iglesia, que muestre sujeción al orden establecido por Dios al cubrirse la cabeza (en contraste al feminismo de la época), y procurando guardar silencio para mostrar que no está tratando de dominar sobre el papel del hombre o de su esposo (1 Corintios 14:34-35). El equivalente de no someterse al orden de Dios es vergüenza (estar rapada).

IV.- ¿POR QUÉ LAS MUJERES CRISTIANAS EN CORINTO IBAN EN CONTRA DE LAS CONVENCIONES Y NORMAS SOCIALMENTE ACEPTADAS? Aunque no es posible proporcionar un cuadro completo del telón de fondo de esta carta, la epístola misma nos muestra que la iglesia en Corinto se enfrentaba a la enseñanza de los falsos apóstoles que trajeron a Corinto sus enseñanzas heréticas. La herejía que se introdujo estaba basada en la creencia de que el conocimiento era la base de la salvación, no la gracia y el amor de Dios centrado en la cruz. Esta herejía, que terminó de desarrollarse en el siglo II, pero que ya estaba presente en los días de Pablo, llegó a conocerse como Gnosticismo. Los gnósticos insistían en la salvación mediante una sabiduría secreta o gnosis. Proclamaban el conocimiento superior basado especialmente en principios filosóficos, misterios de iniciación, ciertas doctrinas cristianas y elementos de magia. Su carácter ecléctico le permitió penetrar las comunidades cristianas de los primeros siglos. El gnosticismo se caracteriza por un dualismo ontológico, la lucha entre el Dios trascendente y un demiurgo. En la mayoría de los sistemas gnósticos cristianos, el Dios del Antiguo Testamente era en realidad el dios del mal, responsable de la existencia de todo lo malo. Una razón por la cual era “malo”, era porque él creó la materia: el mundo material, incluyendo los seres humanos (Génesis 1:27). Para el gnóstico, el Plan de la Creación de Génesis era defectuoso, no sólo porque incluía la creación de la materia, sino también porque tenía el propósito de producir más vida física (materia) por medio de la unión del hombre y la mujer (Génesis 1:28). El gnosticismo de antaño odiaba las cualidades patriarcales y autoritarias en la religión y la sociedad, promoviendo en su lugar la androginia y la rebelión de la mujer ante las convenciones sociales que le negaban su igualdad con el hombre. Esta enseñanza se infiltró en la iglesia corintia generando serios problemas domésticos y eclesiásticos, llevando a muchas mujeres cristianas a rebelarse en contra de sus maridos y líderes eclesiásticos varones. En líneas generales, los gnósticos creían que: (1) La creación del hombre y la mujer era el resultado de un desarrollo inferior dentro del cosmos; (2) Por lo tanto, el ser físico no tenía valor, y más, la naturaleza física en realidad impedía al gnóstico realizar su verdadera identidad espiritual; (3) Deberían ignorarse las distinciones de sexo, porque varón y hembra pertenecen al mundo de lo caído; y (4) la mujer gnóstica no era nada diferente del hombre gnóstico, ambos tenían la misma chispa divina.

Esta comprensión gnóstica de la realidad tuvo influencia sobre algunas mujeres dentro de la congregación corintia para poner en tela de juicio las costumbres convencionales en cuanto a la adoración. De acuerdo con los gnósticos, una mujer que usaba un velo o tenía su cabello largo, estaba reconociendo una distinción teológica que los gnósticos deseaban negar, por lo tanto les resultaba fácil hacer a un lado tradiciones que según creían fomentaban posiciones ignorantes acerca de mujer y varón. Para ellos, el respeto que se mostraba a los ángeles (1 Corintios 11:10), al seguir las prácticas convencionales, era pura tontería. Las mujeres y los hombres gnósticos no sólo se consideraban a sí mismos iguales o superiores a los ángeles, sino que los cristianos gnósticos en Corinto se comportaban de un modo tan audaz que Pablo les preguntó si pensaban que eran más fuertes que el Señor (1 Corintios 10:22). No es claro precisamente cuan desarrollado se encontraba el pensamiento gnóstico en Corinto, pero los problemas en la iglesia corintia reflejan, por lo menos en parte, las actitudes gnósticas a las que nos hemos referido. Por lo tanto, es importante darse cuenta que el tema de este pasaje es una preocupación sobre el comportamiento apropiado en el culto público, en tanto que este comportamiento tergiversaba una interpretación cristiana básica de la creación y la redención. Pablo no está encarando de ningún modo las relaciones entre hombres y mujeres. En el tiempo de Pablo, entre los griegos y romanos, tanto los hombres como las mujeres permanecían con la cabeza descubierta en la oración pública. En el judaísmo de tiempos de Jesús y en el cristianismo primitivo, era costumbre que las mujeres se velaran la cabeza en el culto público, no por mandato divino sino porque era lo socialmente aceptado.

V.- ¿QUÉ SIGNIFICAN LAS PALABRAS DE PABLO AFIRMANDO QUE LA MUJER ES “GLORIA DEL VARÓN”? ¿ES ESTO UN INDICIO DE MACHISMO EN LA BIBLIA?

¡Absolutamente no! Debemos entender dichas palabras dentro de su contexto. Recordemos que una esposa era, en la cultura greco-romana, una posesión del marido. Que una mujer no se cubriera la cabeza en un acto religioso era una ofensa para el marido según los cánones sociales establecidos. Esto era algo que redundaba en crítica hacia ella y su esposo, quien finalmente era su representante legal. Cubrirse la cabeza llevaba implícito la defensa de unos valores morales firmes, femineidad y sujeción al esposo. Por eso se dice en un juego de palabras que “toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta afrenta su cabeza”, es decir, a su esposo. Parece ser además que la ley romana para Corinto establecía que la mujer que traicionaba a su marido con adulterio debía ser rapada como las prostitutas o las esclavas castigadas. Esta rebelión de las mujeres cristianas que se sentían liberadas y que no se cubrían la cabeza era, como decimos, una ofensa para su entorno, razón que lleva a Pablo a usar la ironía y provocación al decirles a éstas que si no quieren cubrirse la cabeza que se la rasuren, a sabiendas de que las mujeres rapadas eran las rameras.

Además de esta falta de respeto hacia el marido, la exhibición del cabello femenino durante un acto religioso era también visto por algunos como una muestra de frivolidad y hasta de sensualidad, tal y como ocurre hoy en el islam. Que Pablo considere a la mujer “gloria del varón” es un reto para que la mujer respete a su marido y para que el varón no la desprecie ni le sea indiferente. El hombre debe esforzarse para tener en gran estima a “su gloria” y no acusarla como hizo Adán. La propia belleza de la expresión “gloria del varón” referida a la mujer choca de bruces con la lamentable aversión hacia la mujer que posteriormente mantendrían destacados “Padres de la iglesia” que no fueron permeables al mensaje de Cristo y que prefirieron seguir anclados en el estoicismo griego y el machismo más recalcitrante.

VI.- EL USO DEL VELO “POR CAUSA DE LOS ÁNGELES” (1 CORINTIOS 11:10):

Algunos dirán que Pablo parece ir más allá de un asunto meramente cultural al apelar al mundo espiritual cuando afirma que “…la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles…” (1 Corintios 11:10). No obstante, la palabra usada aquí para “ángeles” (aggelos) significa simplemente “mensajeros”, un término usado en el Nuevo Testamento con toda normalidad para referirse a humanos que llevan un mensaje (Mateo 11:10-11; Lucas 9:52).

En este caso, lo más natural es que “aggelos” haga referencia a creyentes enviados por otras congregaciones, o visitantes que se escandalizarían al contemplar la ruptura de los protocolos sociales del decoro en la iglesia. Parece ser que esta reacción afectaría en especial a los mensajeros que llegaban a Corinto quizás llevando cartas o mensajes de Pablo. Este hecho ofrece coherencia a la tesis interpretativa que estamos exponiendo, pues es normal que un mensajero no conozca personalmente a los hermanos y hermanas a quienes visita. Por esto no es extraño que se sorprendiesen negativamente ante actitudes sociales transgresoras de desconocidos, y más aún si eran hermanas en la fe ¿Y acaso esto es diferente hoy? Además, interpretar que la palabra mensajeros se refiere aquí a ángeles (seres espirituales) y a su reacción ante las prendas de la cabeza no tendría demasiado sentido: ¿Qué podría interesarle a un ángel, como ser espiritual, si la mujer lleva un trapo o velo sobre su cabeza o no? ¿Afectaría esto de alguna manera su fidelidad a Dios, su obediencia o incluso su conciencia? ¡Lo dudo! ¿O es que acaso sostienen los defensores del uso del velo en la mujer, que los ángeles están sujetos a deseos sensuales y podrían sentirse provocados por el cabello suelto y la belleza de una mujer humana? Cristo mismo se opuso a dicha interpretación (Lucas 20:27-40).

VII.- EL HOMBRE, LA MUJER, EL CABELLO LARGO Y LA NATURALEZA:

Respecto a la expresión: “... La naturaleza misma ¿no os enseña…? ...” el término griego usado aquí para “naturaleza” es “physis”, el mismo vocablo que designa costumbres, hábitos sociales, tradición o decoro. La evidencia de que en este caso la acepción más correcta es “costumbre” nos la ofrece el propio contexto, pues sólo por una cuestión cultural (y no gracias a una supuesta revelación física de la naturaleza) podemos concluir que dejarse el cabello largo es moralmente deshonroso o que la mujer debe ponerse un velo para orar. La Traducción en Lenguaje Actual vierte 1 Corintios 11:14-15 de la siguiente manera: “…Según nuestras costumbres, es una vergüenza que el hombre se deje crecer el cabello, pero no lo es que la mujer se lo deje crecer…”. Evidenciando que el corte de cabello, el largo de este e incluso el uso del velo, son meramente una cuestión de costumbres y culturas, no un mandamiento universal dado por Dios en su Palabra. Si entendemos que la naturaleza como tal es la que nos dice que es deshonroso que el varón se deje el pelo largo, o que la misma naturaleza le manda a la mujer dejárselo crecer, cabe preguntarse ¿Cuánto de largo debe usar el cabello el hombre y la mujer para honrar a Dios? Difícil respuesta, y más aún cuando parece claro que no es por un asunto de tipo físico-teológico por lo que Pablo parece estar preocupado. Si a Dios le importara tanto el asunto del largo del cabello es lógico suponer que hubiera dejado instrucciones específicas sobre este asunto como lo hizo con otros mandamientos. En todo caso, e incluso entendiendo “physis” como una alusión física a la tendencia natural de la mujer para tener el cabello más largo, la deshonra aludida siempre habría que entenderla como una apelación cultural y no desde una supuesta revelación moral.

Un caso especialmente esclarecedor es el de los nazareos. Ellos, contrario a la recomendación dada por Pablo de que un hombre no debería usar largo el cabello, llevaban con orgullo su cabello largo en señal de consagración ((Números 6:1-21). Para un varón nazareo el cabello era una marca distintiva de separación, y esto en un contexto judío, bajo el mandato y la aprobación divina. Puesto que una abundancia de cabello significaba la fuerza, la perfección y la gloria, el crecimiento libre del cabello en la cabeza representaba el hecho de que una persona se había dedicado a sí mismo a Dios con toda su fuerza y con todo su poder. Su cabello significa que “la consagración que Dios tiene sobre su cabeza” (Números 6:7). Evidentemente, el largo del cabello nada tiene que ver con la voluntad de Dios, sino con lo socialmente aceptado dentro de una determinada cultura. Los nazareos podían llevar largo el cabello porque esto honraba a Dios dentro de su contexto cultural específico; los corintios no podían hacerlo porque dentro de su contexto cultural eso era mal visto y causaría un descrédito social para la congregación. Pablo estaba hablando aquí de convenciones sociales y normas culturales, no de un mandamiento divino sobre esa área en particular.

VIII.- ¿Y EL HOMBRE DEBE USAR VELO O MANTO? ¿POR QUÉ NO SE PROHÍBE A LOS VARONES CUBRIRSE LA CABEZA CON GORRAS Y SOMBREROS TAL Y COMO PABLO PARECE SUGERIRLO? Fijémonos además que en 1 Corintios 11 se afirma que la mujer “trae vergüenza sobre sí” si no se cubre la cabeza y que por otro lado (1 Corintios 11:7) “el varón no debe cubrirse la cabeza” ¿Pensamos entonces que un varón ofende a Dios si se coloca una gorra o se pone un sombrero? ¿Corresponde esta consideración de vergüenza o conflicto a un criterio permanente y universal? Es evidente que no es así y que los asuntos de decoro normalmente tienen más que ver (como este caso) con particularidades históricas y geográficas. Analicemos cuidadosamente las palabras de Pablo.

De acuerdo con la enseñanza de Pablo, el hombre no debe cubrirse la cabeza porque hacerlo sería una afrenta a su cabeza (1 Corintios 11:4). Curiosamente, quienes insisten en que la mujer debe usar velo todo el tiempo, omiten mencionar (a conveniencia masculina o por ceguera selectiva) que al hombre le está prohibido cubrirse la cabeza. Ante ello, no podemos menos que preguntarnos: ¿Prohíben en dichas iglesias a sus varones el uso de gorras y sombreros? ¡Claro que no! ¿Cómo interpretamos entonces las palabras de Pablo? Nuevamente, la mejor interpretación de estos pasajes se tiene que ver a la luz del uso del velo en la sociedad de la época de Pablo.

Resulta curioso notar que, contrario a lo dicho por Pablo a los corintios, en la cultura judía el cubrirse la cabeza para orar es la norma en los varones. Según la descripción de la vestidura sacerdotal en Éxodo 28:4, 37,40, el sumo sacerdote usaba una mitra (miznefet) y los sacerdotes un sombrero (migba’at). Los varones judíos solían cubrir su cabeza en diversas situaciones. Generalmente era una señal de luto cubrir la cabeza y la cara (2 Samuel 15:30; 19:5; Jeremías 14:3-4; Ester 6:12). Además, la tradición judía requería que los hombres se cubrieran la cabeza como un signo de humildad delante de Dios, y las mujeres como evidencia de modestia delante de los hombres, aunque la Biblia no manda explícitamente ni a los hombres ni a las mujeres cubrirse la cabeza. Aún hoy en día, los hombres judíos usan un kippah o yarmulke (cobertura para la cabeza) cuando oran. Pero el kippah no es lo único empleado por los varones judíos para cubrir su cabeza; pues también usan los talits o mantos de oración. El talit (en hebreo טלית) es un accesorio religioso judío en forma de chal utilizado en los servicios religiosos del judaísmo. El talit gadol (gran talit) es utilizado por los hombres en el momento de la oración en la sinagoga, y en el momento de la oración de Sajarit (la primera oración de la mañana). Entre los judíos asquenazitas, la costumbre de cubrirse con el talit gadol está reservada a los hombres casados. De acuerdo con esta costumbre, pueden cubrirse con talit gadol sólo en ocasiones especiales (como cuando están llamados a leer la Torá en la sinagoga). Los judíos orientales (también denominados mizrahim), tienen la costumbre de cubrirse con el talit gadol desde la edad de trece años, cuando el niño ha celebrado su Bar Mitzvá o incluso antes de la ceremonia. Las comunidades conservadoras y reformistas permiten que las mujeres hagan uso del talit gadol, a pesar de que las mujeres ortodoxas judías no pueden llevarlo, ya que el privilegio de cubrirse la cabeza con el talit estaba reservado exclusivamente para los hombres. Su origen reside en el pasaje de Números 15:37-41.

Entonces, si la costumbre judía era que los hombres se cubrieran la cabeza al orar o leer las Escrituras (usando el kippah y el talit), ¿Por qué Pablo escribe en contra de que los hombres en Corinto se cubran la cabeza? Un análisis del contexto cultural e histórico de los pueblos a los cuales Pablo escribió estás palabras nos muestran que, el uso del velo o cobertura en la cabeza, es más un asunto cultural y local, en vez de un mandato universal a la iglesia. Si un hombre se cubría la cabeza, podría tener varios significados para los presentes:

(1.- El seguir la tradición judía de cubrirse la cabeza con un manto de oración dentro de la iglesia, indicaría erróneamente una sumisión por parte de los cristianos a la ley judía. Esto confundiría a los gentiles que no entendían estas prácticas. Pablo quería evitar a toda costa judaizar la fe cristiana (Gálatas 2:11-14; 5:4; Colosenses 2:20-23). Lo mismo buscaron evitar también los demás apóstoles ( Hechos 15:28-30). (2.- El simbolismo de cubrirse la cabeza era señal de luto (2 Samuel 15:30; 19:5; Jeremías 14:3-4; Ester 6:12). Llevarlo implicaba dolor, sufrimiento y angustia, lo cual es contrario a la razón de reunirse para celebrar la victoria de Cristo sobre la muerte (Filipenses 4:4). (3.- El parecido que tendría cubrirse la cabeza con miembros del culto de Isis, lo cual Pablo quiere evitar. Los hombres gentiles (y principalmente aquellos que participaban como prostitutos sagrados en el Templo de Isis) cubrían su cabeza como parte de sus ritos paganos. En el contexto cultural de Corinto (muy distinto a la cultura hebrea) que el varón se cubriera la cara o usara un velo, o manto, era un signo de homosexualidad. Corinto era una ciudad predominantemente pagana, es decir, gentil. Era común entre ellos que los hombres se cubrieran la cabeza, especialmente con referencia a su manera histórica de cubrirse la cabeza cuando se aproximaban a sus ídolos. Más aún, era sabido que los homosexuales, algo común en la cultura grecorromana, se distinguían por cubrir sus cabezas y caras con algo afeminado, como una mujer usando un velo. Los hombres gentiles que se convirtieron, pero eran ignorantes de la Ley judía y de las Escrituras, introdujeron su costumbre pagana de cubrirse la cabeza a la adoración del Dios Todopoderoso y a nuestro Señor Jesucristo. Pablo no quería que los nuevos creyentes se adaptaran a los modos paganos de adorar a Dios.

¿Por qué Pablo contradijo la ley judía al prohibir a los hombres cubrirse la cabeza? Ciertamente él jamás prohibiría algo que Dios mismo hubiera mandado, o que fuera indispensable para la salvación, por lo que se deduce que el asunto de cubrirse la cabeza era más un asunto cultural propio del contexto grecorromano, y más específicamente corintio. Sea cual sea el significado cultural que Pablo tiene en mente cuando el hombre se cubre la cabeza, tiene que ver con cómo refleja su autoridad y responsabilidad dada directamente por Dios. La manera de expresarnos externamente debe reflejar nuestra disposición interna de someternos al orden y a las autoridades establecidas por Dios.

CONCLUSIÓN: En las culturas del Oriente la mujer no participa en la vida pública; lo cual es también válido respecto al judaísmo del tiempo de Jesús, en todo caso respecto a las familias fieles a la Ley. Cuando la mujer judía de Jerusalén salía de casa, llevaba la cara cubierta con un tocado que comprendía dos velos sobre la cabeza, una diadema sobre la frente con cintas colgantes hasta la barbilla y una malla de cordones y nudos; de este modo no se podían reconocer los rasgos de su cara. La mujer que salía sin llevar la cabeza cubierta, es decir, sin el tocado que velaba el rostro, ofendía hasta tal punto las buenas costumbres que su marido tenía el derecho, incluso el deber, de despedirla, sin estar obligado a pagarle la suma estipulada, en caso de divorcio, en el contrato matrimonial. Había incluso mujeres tan estrictas que tampoco se descubrían en casa. Sólo el día del matrimonio, si la esposa era virgen y no viuda, aparecía ésta en el cortejo con la cabeza desnuda. En este sentido, las razones que ofrece Pablo para la mujer cubrirse y el hombre no cubrirse están envueltas en el lenguaje cultural (Cabe destacar que, en la religión de Roma, tanto los hombres como las mujeres se cubrían cuando hacían sacrificios), de modo que el uso del velo depende de la cultura y no es un mandato general para todos los creyentes de todas las épocas y culturas.

Antes de generalizar las recomendaciones dadas por Pablo en 1 Corintios 11, se debe considerar el hecho que Corinto era una ciudad cosmopolita e inmoral, y sede del templo en honor a Afrodita y sus famosas hieródulas o prostitutas sagradas (sacerdotisas); por lo tanto, el aspecto de la vestimenta y el decoro en la mujer cristiana y corintia requería suma importancia.

Si bien es cierto que las distinciones entre el hombre y la mujer fueron instituidas por Dios (1 Corintios 11:3, 11:8-9, 11:11-12; 14:34), también es cierto que algunas formas de observar estas distinciones dependen de las normas de la cultura y no pueden ser generalizadas a toda la humanidad ni en todo período de la historia. Aunque es verdad que la mujer fue creada segunda, hecha del hombre, y hecha para el hombre; también es cierto que ahora el hombre viene por la mujer y ninguno es independiente del otro y todas las cosas vienen de Dios (1 Corintios 11:8-9, 11:11-12).

Cuando Pablo afirma que la distinción entre los sexos se expresa con la ropa y la apariencia, lo hace teniendo en cuenta que la cuestión del honor y la vergüenza era una consideración de gran importancia en el mundo mediterráneo antiguo. Todas las consideraciones señaladas por Pablo, tratan de honor, vergüenza o desgracia, señal o símbolo, lo natural, la forma acostumbrada o las costumbres de otros. El consejo de Pablo refleja los puntos de vista sociales de ese tiempo, que son de naturaleza cultural, y por lo tanto, con una sola excepción clave, se aplican sólo a la iglesia de Corinto. El principio que debe tomarse de este pasaje, la “excepción clave”, se encuentra en los versículos 11-12, donde Pablo enfatiza la igualdad y dependencia mutua entre hombres y mujeres que están en el Señor. Este énfasis coincide con los consejos de Pablo en 1 Corintios 7, donde todo lo que dice acerca de una mujer, también lo dice acerca del hombre.

Es claro que en el contexto cultural en el que fue escrita esta carta el velo tenía un significado que ya no tiene hoy en día (especialmente en occidente). Por lo tanto, es muy difícil aplicar el principio del velo de la misma manera en que era aplicado en la cultura Corintia. En muchas iglesias donde se usa velo hoy, se utiliza de una manera muy diferente (no es un manto que cubre todo el cabello y el rostro, sino solo un pequeño círculo que cubre solo parte de la cabeza), además de carecer de significado cultural fuera de la iglesia. Sin embargo, tampoco creo que sea un problema si una mujer quiere usar un velo durante el culto de la iglesia para honrar los principios de este pasaje. Como ya hemos visto, en realidad se trata de principios bíblicos de orden y motivaciones del corazón. La sumisión es una disposición voluntaria a una autoridad y a un orden establecido por Dios.

Usen velo o no las mujeres en tu iglesia, debemos mostrar en la manera en que vestimos y actuamos que queremos honrar el orden, el complementarismo, y la modestia que apuntan a los atributos mismos de Dios. En la actualidad, una mujer todavía tiene la opción de usar velo si lo ve como un signo de su sumisión a la autoridad de su marido. Sin embargo, es una elección personal, y no una señal de espiritualidad. El verdadero asunto es la actitud de obediencia y sumisión del corazón a la autoridad "como al Señor" (Efesios 5:22). Dios está mucho más interesado en la actitud del corazón que en un velo: “...Pero si alguien parece ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni la tienen las iglesias de Dios...” (1 Corintios 11:16).

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