top of page

¿Es pecado que los cristianos practiquen algún deporte o vayan al gimnasio?

Luego de cada "Clásico" de la Liga Española, o durante los Mundiales de Fútbol, los comentarios en las redes sociales se desbordan y se salen de control. Los cristianos no somos la excepción: Unos sacan a relucir su devoción por algún equipo (una devoción que no siempre es tan sana) y otros sacan a relucir su espíritu de crítica y mucho legalismo sin fundamento bíblico. Algunos cristianos (y hasta denominaciones enteras) critican, prohíben y castigan incluso la asistencia a gimnasios y cualquier otra actividad deportiva. Esto hace que otros cristianos amantes del deporte, o que frecuentan un gimnasio, suelen sentirse mal, o incluso rechazados y marginados en la iglesia, por sus propios hermanos en la fe. Ante esto, muchos se preguntan: ¿Es pecado hacer ejercicio o practicar un deporte? Para muchos cristianos pareciera que sí. Incluso entre líderes y ministros religiosos esa idea pareciera ser la norma aceptada. Personalmente conozco iglesias que le prohíben a sus miembros practicar fútbol o cualquier otro deporte, o que incluso aplican medidas disciplinarias a los que lo hacen, ¡Muchos “cristianos” faltos de amor y de sentido común hasta amenazan a sus contactos y amigos de las redes sociales con eliminarlos si muestran interés por algún deporte! Y es que el legalismo y el fanatismo religioso tienen muchas formas sutiles de expresarse. Y si el que hace ejercicio o va al gimnasio es el pastor, ¡Dios nos guarde! Hasta circula por ahí cierto dicho que: "Pastor sin panza, no es de confianza", como si fuera un delito que el pastor cuide su salud. Pero ¿De verdad enseña la Biblia que hacer deporte sea pecado?

I.- LO QUE ENSEÑA LA BIBLIA SOBRE EL DEPORTE:

1 Timoteo 4:8 nos informa: “…Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera…” Aunque muchos utilizan dicho versículo como indicativo de que practicar un deporte es pecado, nótese que el verso no dice que el ejercicio no tenga validez. Dice que el ejercicio es valioso, pero establece bien las prioridades al decir que la piedad es de más valor. El apóstol Pablo también menciona el entrenamiento físico en la ilustración de una verdad espiritual. 1 Corintios 9:24-27 dice: “…¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea en el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado…” Leemos en 2 Timoteo 2:5, “…Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente...” 2 Timoteo 4:7 también dice: “…He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe…”

Así que, vemos que no hay nada de malo en que un cristiano se ejercite. De hecho, la Biblia es clara en que debemos cuidar de nuestros cuerpos (2 Corintios 6:19,20). Efesios 5:29 nos dice: “…Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida…” La Biblia también nos advierte contra la glotonería (Deuteronomio 21:20; Proverbios 23:2; 2 Pedro 1:5-7; 2 Timoteo 3:1-9; 2 Corintios 10:5). También la Biblia nos advierte contra la vanidad (1 Samuel 16:7; Proverbios 31:30; 1 Pedro 3:3-4). ¿Qué dice la Biblia acerca de la salud? ¡Sean sanos! ¿Cómo alcanzamos esa meta? Practicando ejercicio moderado y comiendo razonablemente. Ese es el patrón bíblico para la salud y el ejercicio.

II.- EL PRINCIPIO DE LA MAYORDOMÍA:

Como principio general, podemos decir que todo cristiano debe estar en buena forma física, ¡Sobre todo los pastores!, porque todos somos mayordomos de nuestro cuerpo. Todo lo que Dios nos ha dado (dinero, trabajo, tiempo, familia, salud, etc.) nos lo ha dado para que lo administremos de forma responsable, sabiendo que hemos que rendir cuentas ante Dios (Mateo 25:23). En el caso de los que estamos casados, nuestro cuerpo pertenece a Dios, y a nuestra esposa (1 Corintios 7:4), y por tanto no podemos hacer con él lo que nos plazca. Además, el cuidado del cuerpo resulta ser para el pastor un instrumento para el mejor desarrollo de su ministerio. Una salud frágil y un cuerpo débil pueden suponer una gran dificultad para llevar a cabo la tarea de extender el Reino (1 Timoteo 5:23; 1 Corintios 6:19). A todo esto hemos de añadir que nuestro cuerpo dice mucho de nuestro dominio propio y nuestra disciplina. Pero aquí, como en tantas otras cosas en la vida, el Señor nos ha de dar madurez.

III.- EL PECADO DE LA IDOLATRÍA:

Estoy convencido de que ningún cristiano, sea pastor o feligrés, no debe fumar, debe hacer deporte con cierta frecuencia, debe controlar el colesterol, debe cuidar su aspecto físico, debe comer y beber de forma equilibrada y "... poner cuchillo a su garganta..." (Proverbios 23:2), debe vigilar su peso, porque todo esto transmite un mensaje. Hemos de huir de la dejadez del aspecto físico, pero no hemos de caer en el otro extremo, que puede ser la idolatría del cuerpo y temor a los hombres. Nadie debe sentirse presionado a estar musculado como un atleta. Puede estar fuerte y ejercitar su cuerpo, siempre que pase más tiempo frente a la Biblia y de rodillas ante Dios, que frente al espejo. Nuestra misión no es la de ejercitar el cuerpo, sino la de ejercitarnos para la piedad (1 Timoteo 4:8). El aspecto del corazón prima por encima del aspecto exterior. Es importante que cada creyente, incluso el pastor, cuide su aspecto y forma física, sin caer en los extremos. Pero nunca debiera brillar por fuera mejor de lo que brilla por dentro. El ser humano moderno adora su propio cuerpo, olvidando que su cuerpo no le pertenece a él sino a

Dios (1 Corintios 6:19-20), y adorando la criatura en vez de al creador (Romanos 1:25). Practicar un deporte es bueno y saludable, y ciertamente no tiene nada de pecaminoso a menos que te robe tu tiempo de comunión con Dios o te aleja de tu actividad en la iglesia. Además, si dedicas horas enteras frente al espejo admirando la masa muscular que vas desarrollando, o caes en el pecado de idolatrar un deporte o tu propio cuerpo y talentos deportivos, has traspasado el límite de lo correcto. Cualquier atleta que ame a su cuerpo más que a su Dios es un idólatra (Deuteronomio 6:4-5).

IV.- AÑADIÉNDOLE NUESTRAS IDEAS PERSONALES A LA PALABRA DE DIOS:

Quizá hayas oído en algunas iglesias algo parecido a esto: “¡No jueguen fútbol porque es pecado! ¡Pecadores! ¡Se van a ir al infierno!”. A veces se da este tipo de “exhortaciones” a los jóvenes, tratando de volverlos más ““espirituales”. Y es que se puede tener un concepto equivocado de lo que es espiritualidad. Algunos creen que ser más espiritual es vestir descuidadamente o usar túnicas, no cursar estudios superiores, no practicar algún deporte, no usar zapatillas, no peinarse y ¡Hasta no bañarse porque piensan que es vanidad! Hoy en día existen muchas prohibiciones que NO SE MENCIONAN en la Biblia y que son producto de doctrinas de hombres. Jesucristo dice: “…Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí, pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres...” (Mateo 15:8-9). Es un pecado grave tratar de convertir nuestras ideas, gustos personales o frustraciones en “doctrinas” aprovechándonos del cargo del que estamos investidos, inculcando así temores infundados en las personas. El que hace esto es un MENTIROSO y NO AGRADA A DIOS. La Biblia dice: “…No añadas a sus palabras, para que no te reprenda y seas hallado mentiroso...” (Proverbios 30:6). Estas falsas enseñanzas en lugar de volver a los jóvenes más espirituales los vuelven más reprimidos, por lo tanto, cuando se ven libres de la supervisión de sus líderes dan rienda suelta a su verdadera personalidad. ¡Debemos formar en vez de reprimir! ¡Enseñar el temor a Dios y no a los hombres! ¡Dejar que el Espíritu Santo haga la obra en sus vidas y no nosotros por la fuerza! El Espíritu Santo de Dios “…convencerá al mundo de pecado, justicia y juicio…” (Juan 16:8). No intentemos quitarle su trabajo a Dios.

CONCLUSIÓN:

Antes de que critiques desmedidamente el deporte, recuerda que al apóstol Pablo le gustaba. En sus cartas menciona las carreras y el boxeo (1 Corintios 9:24-27). Él escribe: “¿No saben que los que corren en el estadio, todos en verdad corren, pero solo uno obtiene el premio? Corran de tal modo que ganen”. Los paralelos que hace el apóstol en 1 Corintios 9 entre el deporte y la vida cristiana son interesantes. Por ejemplo:

  1. Muchos compiten, pero no todos ganan (v. 24).

  2. La meta debe ser ganar el premio (v. 24).

  3. Para lograrlo, hay que abstenerse de ciertas cosas (v. 25-26).

En cuanto al deporte ¿Qué dice la Biblia? ¿Es malo o bueno? ¿Se debe practicar o no? Dice la Palabra de Dios en 3 Juan 1:2, “…Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma…”. Esto nos muestra que es la voluntad de Dios que sus hijos seamos prosperados en todo y tengamos buena salud conservándonos en buen estado físico. Practicar algún deporte contribuye a que mantengamos una buena salud. El deporte tiene diversos beneficios sobre las personas: Ayuda a sentirse más relajado, más activo y dinámico, a no engordar cuidando así el templo del Espíritu Santo, a mejorar tu autoestima entre otros beneficios. Existen diferentes deportes entre los cuales se puede elegir para practicarlos: futbol, volibol, levantamiento de pesas, natación, ciclismo, maratón, etc.

Aparte de la preparación espiritual, Dios necesita que físicamente sus siervos se encuentren bien. ¿Cuántas limitaciones trae sobre nosotros un mal estado físico o una enfermedad? ¿Te imaginas un predicador que no pueda subir al púlpito por sobrepeso? ¿Pudieras ir llevando el mensaje de Dios a otros lugares si estás enfermo? ¿Levantar cajas o equipos si estás muy débil o casi desapareciendo? De ahí que la Biblia nos exhorta: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?... glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu los cuales son de Dios”. (1Corintios 6:19-20). Un cuerpo que glorifica a Dios es un cuerpo que no vive para el pecado y que se encuentra en buen estado físico. Dios nos dio el cuerpo para administrarlo bien y no para descuidarlo. Si tu no practicas algún deporte NO PECAS y si lo haces tampoco. No irás al infierno por ello. Es algo opcional, aunque físicamente puedes volverte más pesado.

Para tener buena salud física no solo hay que hacer deporte. La Biblia nos muestra algo más para lograrlo: “…Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu Sanador...” (Éxodo 15:26). No es pecado practicar deporte, pero si puede serlo CÓMO y CUÁNDO lo practicas y QUÉ LUGAR TIENE EN TUS PRIORIDADES ¿El primer lugar antes que Dios? Algunas cosas no son malas si se hacen regularmente, pero si se practican en exceso se vuelven pecado. Respóndete estas preguntas con toda sinceridad: ¿Qué tiempo le dedico al deporte? ¿Dejo de orar, de congregar y de leer la Biblia por hacerlo? ¿Prefieres ir a jugar antes que ir a predicar o ir al culto? ¿Uso ropa inapropiada o poco pudorosa para practicarlo? ¿Me enojo y doy mal testimonio cuando pierdo? ¿Dejo de cumplir con mis responsabilidades? ¿Lo hago por exhibicionismo y vanidad o por mantener buena salud? ¿Glorifico a Dios con lo que hago? Para el joven que es un cristiano verdadero Dios siempre tendrá el primer lugar en su vida. El primer y gran mandamiento es: “…Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón...” (Marcos 12:30). No es “amarás al deporte con todo tu corazón”. Por lo tanto, si algún deporte o cualquier otra cosa nos aleja de Dios y enfría espiritualmente debemos evitarlo y alejarnos de ella. Recordemos que “la mies es mucha y los obreros pocos” (Mateo 9:37). Si amas al Señor pídele que te dé madurez y equilibrio espiritual para saber cómo y cuándo practicar algún deporte. ¡Él lo hará!

Entrada individual: Blog_Single_Post_Widget
bottom of page