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La Biblia, el Machismo y la Violación de los Derechos de la Mujer (Análisis de Deuteronomio 22:28-29


Una idea predominante en los círculos escépticos es que el Dios del Antiguo Testamento es cruel y aprueba prácticas inmorales, tales como el saqueo, el genocidio, el machismo, la esclavitud, el maltrato y la discriminación de la mujer entre otros. En relación con el trato dado a la mujer en la Biblia, incluso los musulmanes (como recientemente lo pude constatar por los comentarios de un iletrado y bíblicamente ignorante, pero atrevido musulmán) al ser confrontados con el hecho de que el Corán permite el abuso y hasta el maltrato físico y sexual de la mujer (Corán, Sura 4, aleya 34: “…Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Alá ha dado a unos más que a otros y de los bienes que gastan. Las mujeres virtuosas son devotas y cuidan, en ausencia de sus maridos, de lo que Alá manda que cuiden. ¡Amonestad a aquéllas de quienes temáis que se rebelen, dejadlas solas en el lecho, pegadles! Si os obedecen, no os metáis más con ellas. Alá es excelso, grande…”), a menudo aluden en su defensa que la Biblia es aún peor que el Corán, ordenando no sólo el maltrato de la mujer y su sumisión incondicional al hombre, sino mandando incluso el matrimonio entre el violador y su víctima. Sin embargo, esta afirmación es totalmente errónea. Se ha demostrado que cada ejemplo que los escépticos han presentado para probar esta tesis es falso. Vemos una y otra vez que el Dios del Antiguo Testamento es el mismo que el Dios de amor que observamos en la vida y personalidad de Jesucristo. Un pasaje que se usa incorrectamente para poner en duda el carácter de Dios es Deuteronomio 22:28-29. Moisés escribió: “…Cuando algún hombre hallare a una joven virgen que no fuere desposada, y la tomare y se acostare con ella, y fueren descubiertos; entonces el hombre que se acostó con ella dará al padre de la joven cincuenta piezas de plata, y ella será su mujer, por cuanto la humilló; no la podrá despedir en todos sus días…” Según el escéptico, estos versículos enseñan que un hombre que viola a una mujer puede tenerla como esposa. Luego se argumenta que cualquier Dios que recompense a un violador con la mujer que viola es malvado e inmoral. Por ende, se sugiere que el Dios de la Biblia no puede ser el Dios amoroso que los cristianos dicen que es. La razón por la cual se puede pensar a primera vista que el escéptico tiene algo de razón es porque algunas traducciones de estos versículos no expresan la idea original del hebreo. En ocasiones incluso aquellos que no son escépticos sienten algo de confusión al leer este texto. Algunos pueden concluir que este es un acto violento contra la voluntad de otra persona. Este problema se ha agravado debido a algunas traducciones que indican que el hombre obliga a la mujer a tener actos sexuales (TLA, PDT, NVI, NBD), o se acuesta con ella a la fuerza (BLP), o la viola (NTV, NBLH, LBLA). Pero lo cierto es que la palabra hebrea "tapas" (traducida 'tomare' en Deuteronomio 22:28-29) puede tener significados variados. Al considerar otros pasajes donde se usa la palabra, podemos ver que algunas veces no involucra la fuerza, y por ende no tiene que ver con la violación. La palabra hebrea “tapas” simplemente significa asir, tomar algo en la mano, y (por implicación) capturar o apoderarse de algo. Es el verbo que se usa para “tocar” el arpa o flauta (Génesis 4:21), sostener la espada (Ezequiel 21:11; 30:21), la hoz (Jeremías 50:16), el escudo (Jeremías 46:9), el remo (Ezequiel 27:29) y el arco (Amós 2:15). También se usa para “tomar” el nombre de Dios (Proverbios 30:9), o “tener” la ley de Dios (Jeremías 2:8). Las ropas de José fueron “asidas” (Génesis 39:12; 1 Reyes 11:30), y Moisés “tomó” las dos tablas de la ley (Deuteronomio 9:17). El verbo hebreo “tomar, asir, capturar” no indica en sí mismo algo en cuanto al uso de la fuerza. En realidad, nosotros usamos palabras de esta manera en el lenguaje regular. Por ejemplo, decimos que alguien tomó una galleta o tomó una esposa, sin dar la idea de que se está haciendo algo “por la fuerza”. Si alguien toma a un bebé en sus brazos, ¿qué ha hecho? Si un joven toma a una joven como esposa, ¿implica esto un acto que incluye la fuerza? Adicionalmente, es claro según el contexto inmediato de Deuteronomio 22 que no se está lidiando con la violación en los versículos 28-29. Sabemos esto por dos razones principales:

(1.- Primero, los versículos 25-27 dan un ejemplo claro de violación. En este caso, un hombre viola a una mujer, ella “da voces” (vs. 27), pero está en el campo y nadie está allí para ayudarla. El texto dice que el hombre que cometió tal crimen debía “morir” (vs. 25), pero los israelitas no debían hacer nada a la joven; “no hay en ella culpa de muerte” (vs. 26). Es interesante que, en este caso claro de violación, el texto usa una palabra completamente diferente. La palabra traducida “la forzare” en el versículo 25 es el término hebreo chazaq, pero en el versículo 28 se cambia intencionalmente el verbo a "tapas".

(2.-Segundo, la lectura natural de los versículos 28-29 evidencia que ambas partes son culpables o al menos tienen algo de culpa. Note que el texto dice al final del versículo 28, “fueren [ellos] descubiertos”. Cuando se lidia en el capítulo con un caso obvio de violación, solamente se menciona específicamente al hombre en el versículo 25, y se dice que morirá “solamente el hombre que se acostó con ella”; pero notablemente se evita cualquier indicación de que “ambos” hubieran estado involucrados en pecado. Si se compara Deuteronomio 22:28-29 con Éxodo 22:16 descubriremos el meollo del asunto. Dicho texto dice: “Si alguno engañare a una doncella que no fuere desposada, y durmiere con ella, deberá dotarla y tomarla por mujer”, notamos que en este versículo en Éxodo no hay fuerza, y ambas partes comparten algo de culpabilidad. Es fácil ver el valor práctico de la instrucción de Dios en Deuteronomio 22:28-29. Un hombre tiene relaciones sexuales con una mujer joven que no está comprometida con nadie. Él no la fuerza o viola. Pero sus acciones son descubiertas. Ahora, ¿quién en la tierra de Israel quisiera casarse con una joven que no se ha conservado pura? El hombre no puede ignorar su pecado; él ha puesto a la joven en una situación difícil, en la cual pocos o ningún hombre quisiera casarse con ella. Ya que frecuentemente era el caso que las mujeres tenían problemas financieros muy difíciles sin la ayuda de un esposo, esto sería incluso más devastador para la joven. Dios consideró a las dos partes como responsables, instruyéndoles que se casaran y se mantuvieran juntos, sufriendo la vergüenza y superando las dificultades que habían ocasionado para sí mismos. No se puede pensar en otra instrucción que fuera más moral, amorosa y sabia que esta. Una vez más, la acusación del escéptico contra el amor de Dios no tiene fundamento.

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